Por décima vez, estoy en
Santa María de Nieva, la capital de la provincia de Condorcanqui, la provincia
más peruana del Perú. La provincia donde todos los ríos confluyen en su
territorio como paso obligado al Amazonas. La provincia donde se fusiona lo
nativo y mestizo. Donde se respira a libertad.
Confieso que venir a Santa
María de Nieva, es un viaje placentero, ya que en sus siete horas de recorrido
entre Chachapoyas y la capital de Condorcanqui, se cubre una ruta marcada por
los contrastes de sus pisos ecológicos y de la variedad de su clima. La ruta
hasta Bagua es por muchos conocido. Antes de esta localidad se toma una vía
asfaltada camino a nuestro destino. Esta vía asfaltada esta hasta , Wawico,
tres horas más nuestra meta ocasional.
A pocos kilómetros de Bagua, nos llama
poderosamente la atención una playa inmensa que aparece solo en temporadas de
sequía, y vaya, que es el famoso Pongo de Rentema, que es la unión de tres
ríos: Utcubamba, Chinchipe que baja de Ecuador y el Marañón; pese a que es poco
el agua, es agradable ver este paisaje natural donde se fusionan los ríos y
donde el Marañón, llamada la serpiente de oro por Ciro Alegría, cambia su color
por un marrón oscuro que asemeja toneladas de chocolate.
Unos kilómetros más de viaje llegamos a
El Muyo por donde se aprecian los ductos que traslada el petróleo, y uno se pone
a pensar porque el gobierno es mezquino con nuestra tierra y no nos otorga un
sobre canon por derecho de servidumbre. Ya en esta parte del viaje el calor es
fuerte, presumo que llegamos a los 32 grados de temperatura.
La vía asfaltada es devorada por
nuestro vehículo y llegamos a Duran, pero antes nuestros ojos se bañan con la
belleza del Bambú, que es conocido en nuestra región como Guayaquil o Caña
brava y uno que otro aserradero que fabrica parquet para que sea trasladado a
la costa peruana. Ya cerca de Chiriaco, cruzamos en puente del mismo nombre que
es largo, aproximadamente ochenta metros.
Un punto importante y trascendental
luego de la toma de la carretera el pasado 5 de Junio del 2009, es Mesones
Muro, donde se ubica una planta de Petroperu. Allí se aprecia un pequeño
obelisco en homenaje a las victimas policiales de este suceso histórico que
nunca deberá repetirse en nuestro país.
Dos horas más de viaje, llegamos a
Tayunza o Puente Nieva, donde es obligado parar a almorzar un variado menú, consistente
en su sopa, arroz con pescado (boqui chico que es una delicia), su refresco de
manzana o aguaje y ver el inmenso puente de más de ciento veinte metros y que
fuera inaugurado hace pocos años. Si bien es verdad la ruta se encuentra en
buen estado, seria mezquino callar la realidad de la misma. Hay que cruzar
muchos puentes en mal estado y fuertes corrientes de agua donde muchos carros
no logran pasar; pero por sobre todo, el viaje sigue siendo un deleite, pese a
que nuestros ojos se duermen por la modorra, nos mantenemos despiertos para
gozar de la maravillosa naturaleza amazonense.
A las cinco de la tarde, se aprecian
varias casas. Es Juan Velasco Alvarado, de donde se toma un bote para cruzar el Nieva y pasar a
Santa María. Sorprende ver el rio con escaso caudal y al fondo el marañón con
muy poco agua. Este fenómeno es normal nos dicen las personas porque no llueve
en la zona; pero para nosotros los que viajamos en pocas ocasiones a la tierra
condorcanquina, nos pone los pelos de punta, ya que se quiera o no, esto es un
caso irreversible del cambio climático en nuestra madre tierra. Espero seguir
escribiendo algo más mientras dure mi presencia en esta parte de Amazonas, del
cual debemos sentirnos orgullosos todos los peruanos.
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