Si agudizamos nuestros sentidos.
Si cerramos los ojos por un momento en cualquier lugar de Amazonas, podremos
sentir muy cerca los sonidos de aguas que discurren como venas por todo nuestro
territorio. No solo son los ríos que bañan nuestros valles y que generan
economía por medio del agro, o sirve de alimento a miles de familias con su
reserva piscícola, tampoco las quebradas que bajan de las alturas para engrosar
nuestras cuencas hidrográficas. Son el sonido natural, alegre y vigoroso de
decenas de cataratas que vomitan millones de metros cúbicos diariamente en
medio de cerros, montañas y peñascos de nuestra región.
Amazonas tiene la peculiaridad de contar con
una reserva natural muy importante que es el agua. Agua que permite mantener el
ecosistema natural de su territorio y que al mismo tiempo permite ser
considerado como el departamento de dispensa hídrica en el Perú. El recurso
agua, así mismo, permite ser el centro de atracción mundial como medio y forma
de promoción turística. Agua que con sus 3,285m3 (*), la convierten en una
potencial hidrográfica en el Perú.
Pese a que Gogta existió desde siempre y desde
que se hiciera conocido a nivel mundial por Stefan Ziemendorff, Amazonas es una
mina turística, ya que además de Gogta, se puede encontrar decenas de cataratas
dispersas en toda la región, resaltando sobre todo a la provincia de Bongará
donde se registran caídas de agua de todos los niveles.
En este rublo, se puede mencionar “Las siete
novias”, que son cataratas estacionarias en Huanca Urco, a veinte minutos de
Chachapoyas. Su vigencia es en temporadas de lluvias, cuyo espectáculo visual
es extraordinario. Se dice que son “siete novias” por el número de caídas de
agua que parecen velos de novia y que mueren en la base del río Sonche.
Se puede mencionar la catarata de Lejía en el
distrito de Jamalca (Utcubamba) que tiene una caída de 670 metros, la de
Yumbilla en la Provincia de Bongará que tendría más de 895 metros, que forma
parte de un circuito de 24 cataratas en esta provincia, destacándose también La
Chinata, donde la fuerza de sus aguas hacen que uno se bañe estando a más de
300 metros de distancia.
Cada provincia de Amazonas, tiene sus
peculiaridades y sus caídas de agua que florecen como las orquídeas en época de
lluvias. Si uno viaja en esta temporada de Chachapoyas a Mendoza, en la zona
denominada el “rostro del inca” en un inmenso farallón puede ver tres caídas de
agua de más de 500 metros. Si viaja de
Chachapoyas a Pedro Ruiz, en el sector de Cocahuaico, cinco caídas de agua
bullen hacia el río Utcubamba. Aguas que caen de los cerros de la provincia de
Luya. De Pedro Ruiz al Alto Imaza, encontramos cataratas entre Jumbilla y
Asunción Goncha, en el valle chico de Imaza cerca a Olleros y Quinjalca. A
Utcubamba nos encontramos con Corontachaca, que a la vez de ser bella de su
base surge azufre y lo convierte en un lugar medicinal. En Bagua surge cerca de
la laguna El Porvenir, con Numparket que es todo un emblema regional. Su
ubicación en plena selva amazónica le otorga el valor de inolvidable para
aquellos que tenemos el gusto de visitarla.
Agua es salud y también es vida.
Esa agua colorida discurre por muchas quebradas, se convierten en ríos y estas
en chorros de agua que golpean la tierra, diciendo presente. Esos chorros son
cataratas que bañan nuestros cuerpos y emociones. Cataratas que mojan nuestros
labios y mentes. Cataratas que refrescan el alma. Alma de amazonenses. Alma de
hijos privilegiados por vivir en un lugar donde tenemos todo y nada nos falta.
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