No soy historiador, tampoco un
experto en temas cautivantes como la evolución de nuestra cultura, pero sí un
comunicador que busca historias y trata de contarlas por todos los medios que
se pueda contar. Tenía una deuda pendiente conmigo mismo y la saldé. Conocí
quizá el único distrito que me faltaba recorrer de Chachapoyas. Me contaron de
su carretera, del inclemente frio, de sus paisajes nublados, de su gente y de
la belleza del lugar. Tuve que estar allí para comprobar lo que me dijeron y
hoy puedo decirles que Chuquibamba es única, deslumbrante, acogedora y llena de
historia que es nuestra obligación reconstruirla.
NUESTRA PARTIDA
Para viajar a Chuquibamba, que se
ubica a 2,670 m.s.n.m, se tiene dos alternativas viables como son: Desde
Chachapoyas, pasando por Leymebamba, Balsas, Pusac o desde Cajamarca, Celendín, Balsas y Pusac,
nuestra comitiva hizo la primera ruta. En menos de una hora y media en
camioneta arribamos a Leymebamba a tomar desayuno consistente en su taza de
café con su queso mantecoso y tamales cuyo sabor me hizo acordar a los que
comía de niño, tenía un sabor inigualable y que ya no se encuentra en mi tierra
natal. En menos de lo que uno se imagina, ya colgábamos Pomacochas y el Calla Calla, temida cordillera donde
soplan los vientos y pasa silbando tus orejas. Es el punto más alto que se
cruza en todo el departamento de Amazonas. Con una densa neblina iniciamos la
ruta rumbo a Balsas.
Desde el Calla Calla hasta Balsas
transcurre dos horas y media por una
carretera angosta, asfaltada a nivel bicapa pero totalmente segura. Los paisajes
con incomparables y con nuestros compañeros de viaje, admiramos cada paraje,
cada detalle de la ruta. Desde un mirador rústico se puede contemplar el valle
de Balsas y su magestuoso Marañón, cual serpiente de oro como lo bautizara Ciro
Alegría, baña todo su territorio para hacer que florezca las paltas, los
mangos, las ciruelas, los limones y el tamarindo.
Carretera a Balsas. |
Antes de Balzas, hay un cruce para
Chuquibamba, a donde se llega pasando por Posic un pueblo de mucha historia y
que se encuentra en el departamento de la Libertad. Curiosamente para llegar a
este lejano distrito amazonense, se tiene que cruzar otro territorio y recién
se comprende la dimensión del reinado de los chachapoya, que tuvieron su
dominio tanto en la Libertad como en San Martín.
Pusac y San Vicente, localidades de La Libertad |
Augusto, extiende la mano y nos dice
que para llegar a Chuquibamba hay que subir esos cerros. Nos miramos con el
chofer y Manolo y creo que al unísono emitimos un ¡Ray!, ya que si la carretera
a Balsas es angosta pero asfaltada, la que nos viene es afirmada y con la
lluvia el carro se podría “llusviar”. Orando a todos los santos (tómenlo
literalmente por favor) emprendimos el viaje hacia nuestro destino final.
Es interesante ver como los herederos
de los chachapoya, han poblado esta zona, solo por el hecho mismo de sobrevivir
y tener algo para comer. En todos los cerros aledaños se extienden gran cantidad
de sembríos, como papa, trigo, maíz, frejoles entre otros. Se aprecia a lo
lejos las huellas de la cosecha del trigo. Otros terrenos están llenos de
colores y hasta sabores. Ya en Chuquibamba, se respira a soledad por la poca
presencia de gente en las calles, pero se respira a hornos que queman pan y nos
preparamos para tomar un café con unos panes de trigo sensacionales.
No hay mucho que apreciar en este
lugar, pero además de su hermoso templo y sus imágenes religiosas muy
singulares, su altar mayor muy bien conservado, se puede visitar el pequeño
muestrario sobre la cultura chuquibambina y sus joyas escondidas en su vasto
territorio que supera los 150 km de extensión.
En este pequeño museo, se puede
apreciar cabezas clavas, propias de los chachapoya como lo afirma Schjellerup y Abel Vega Ocampo, cerámicos muy
bien conservados, pequeñas momias de recién nacidos, hachas de combate y
diversos huacos propias de nuestra raza y de la mezcla con otras culturas, que
evidencian el intercambio de experiencias y de comercio. (Continuará….
Cochabamba, el tesoro escondido del Inca)
Fotos: Manuel Cabañas
Manolo López
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