lunes, 15 de junio de 2015

La Casharaca

Entre Santa Catalina, Conila y Luya Viejo hay un sitio llamado Quishcamal de donde los pobladores antiguos sacaron sal. Esta sal de tres colores, azul, rojizo y blanco eran distribuidos entre los comuneros de estas comunidades, hasta que por encanto se cerró, gracias a la Casharaca.


Casharaca (vagina con pelos o vellos de espinas), era una mujer bonita, madura y que nunca tuvo marido, pero si, miles de pretendientes que llegaban a Lapac para cortejarla. El detalle era que Casharaca se dejaba seducir por todos, pero al momento del sexo, todos los mortales salían despavoridos del dolor, ya que en reemplazo de vellos, tenía espinas alrededor de la vagina.

Una tarde de verano por estas alturas de Luya, proveniente de Yurumarca llegó el dueño de la mina para conocer la zona y ampliar sus negocios de la sal. Entre trago y trago con los pobladores que no se cansaban de hablar de la mujer prohibida, este andante asume el reto de hacer su mujer a la Casharaca. ¿Pero cómo? ¡Es imposible!, todos hemos intentado y nuestro runto (pene) sangra por las puntas de las espinas. Esa es un graja bruja, le decían. Van a ver, será mi mujer, les dijo y salió a su hospedaje.

En su cuarto, alumbrado por un candil con aceite de higuerilla, comenzó a remojar un pedazo de cuero de carnero recién matado. Tuvo la paciencia de que sea la parte más mullida y de lana tupida. En el medio hizo un agujero, suficiente para que pase su pene.

Besos y caricias vienen y van. La ocasional pareja gime de placer y en pleno climax baja el pantalón él, ella se sube la pollera, primero con su mano toca los genitales de su amada, pega su cuerpo suavemente al de ella, las espinas entran en el cuero de la oveja y por el orificio logra penetrarla, romper la virginidad y se escucha por todos los cerros el más placentero grito de una mujer satisfecha. Las espinas, desaparecieron automáticamente.

Terminado el acto, la Casharaca le pide a su ocasional amante que como logró que sea suya, tiene que ser su marido para toda la vida. El, orgulloso y opulente le dice que con ella solo ganó una apuesta. La mujer desesperada, le suplica y le hace la promesa a donde tú te vayas iré contigo. Muy de madrugada el hombre de Yurumarca toma el camino de regreso y de tras de ella, la Casharaca.

Desde ese mismo día, las minas de sal se cerraron. Dicen los pobladores que a la mina nadie puede acercarse por miedo a las tentaciones y designios malignos, ya que por medio de sueños a muchos pobladores de Conila, Colcamar, Luya Viejo una voz les dice que si quieren sal, entreguen un niño doncello y un cordero doncello para que sigan disfrutando de la sal, el mineral más querido de todas las épocas en pueblos milenarios de Amazonas.

(*) Historia recreada en base a fuentes orales de pobladores de Cohechán

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