Mendoza, está comprobado que es una
tierra de gran belleza natural. Que en su suelo florecen las más bellas flores,
tanto humanas como naturales. Que se respira a sencillez, amistad, respeto y
alegría. Que en su tierra viven en armonía la historia, los cambios y también
sus genios. La tierra del huayabamba, desnuda en cada metro cuadrado, la
creatividad e ingenio de sus hijos. Hoy, los presento a uno de ellos.
Longar se llama su pueblo. Lo veo
de lejos fumando un cigarro, sobre la oreja un lápiz, en sus manos un
desarmador. “Estoy arreglando este racrachito”, me dice. El ríe, yo me
sorprendo por tener ante mis ojos tanta belleza. Un tocadiscos de los años sesenta.
Recreo la mirada por el pequeño ambiente desordenado, veo: un acordeón, un
órgano, más al fondo un melódico, sobre la cama, varios repuestos, una batería,
una guitarra, discos de 45RPM de vinílico, cabuyas amontonadas, al fondo de su
casa: patos, gallinas, conejos y una pecera al natural. ¡Wau!, su huerta huele
a orquídeas, a guayabas, plátano y pitahayas.
Tengo 35 años y vivo con mi mamá me
dice. “Todo lo que ve, es cultivado por una inclinación natural al arte, no he
tenido alguien que me oriente. Soy producto de la persistencia”. Se para y
moviliza sus dedos rítmicamente por un viejo teclado, rasga las cuerdas de una
guitarra añeja, sus ojos se agrandan, me muestra su joya: un armónico de más de
100 años de antigüedad que lo rescató de la basura camino a Huambo. Este instrumento es una
belleza, su sonido es celestial, está restaurado. Se prepara, con sus pies
impulsa los pedales, los dedos comienzan el camino de la música y se escucha de
su voz aguda una conocida canción religiosa.
Otra pasión es experimentar con
cosas en desuso, tal es así que desde piedras supuestamente inútiles lo ha
convertido en una pecera natural donde los “plateaos” y las carpas pasean
garbosamente en sus aguas, acompañado del sonido que emiten los patos y las
gallinas que corren disparadas de un enorme gallo bravucón. En el patio, hay
una moto “Harley Davidson” bamba. A una moto
destartalada le dio ese “toque” de mágico que tienen los amantes de este
vehículo de dos ruedas, muy famoso en los EE.UU.
Es un artista en potencia. Sus
habilidades también llegan a la artesanía. Usa la cabuya como base de sus
trabajos para desarrollar trabajos bien agradables a la vista, tales como
bolsos, bases para pequeñas masetas, porta gallos de pelea, entre otros.
Ah, me olvidaba. Es de mediana
estatura, pelo ensortijado, colorao, flaco. Usa unos lentes a lo Lennon, tiene
cara de buena gente y su inteligencia e ingenio brota a raudales. Es un huayacho buena gente, soñador y espera el futuro con optimismo. Su nombre,
Jhony Sopla Salazar, hijo de molinopampino con una linda guayachita.
¡Hasta pronto, genio!
Que bien es reconocer y presentar a toda la colectividad sobre personajes que se han hecho de manera autodidacta, y son bien queridos y reconocidos por propios y estraños de su talento musical y artístico, felicitaciones amigo y hermano en Cristo, Jhony Sopla, que Dios te bendiga....
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