Entre Santa Catalina, Conila y Luya
Viejo hay un sitio llamado Quishcamal de donde los pobladores antiguos sacaron
sal. Esta sal de tres colores, azul, rojizo y blanco eran distribuidos entre
los comuneros de estas comunidades, hasta que por encanto se cerró, gracias a
la Casharaca.
Casharaca (vagina con pelos o
vellos de espinas), era una mujer bonita, madura y que nunca tuvo marido, pero
si, miles de pretendientes que llegaban a Lapac para cortejarla. El detalle era
que Casharaca se dejaba seducir por todos, pero al momento del sexo, todos los
mortales salían despavoridos del dolor, ya que en reemplazo de vellos, tenía
espinas alrededor de la vagina.
Una tarde de verano por estas
alturas de Luya, proveniente de Yurumarca llegó el dueño de la mina para conocer
la zona y ampliar sus negocios de la sal. Entre trago y trago con los
pobladores que no se cansaban de hablar de la mujer prohibida, este andante
asume el reto de hacer su mujer a la Casharaca. ¿Pero cómo? ¡Es imposible!,
todos hemos intentado y nuestro runto (pene) sangra por las puntas de las
espinas. Esa es un graja bruja, le decían. Van a ver, será mi mujer, les dijo y
salió a su hospedaje.
En su cuarto, alumbrado por un
candil con aceite de higuerilla, comenzó a remojar un pedazo de cuero de
carnero recién matado. Tuvo la paciencia de que sea la parte más mullida y de
lana tupida. En el medio hizo un agujero, suficiente para que pase su pene.
Besos y caricias vienen y van. La
ocasional pareja gime de placer y en pleno climax baja el pantalón él, ella se sube la pollera, primero con su mano toca los genitales de su amada,
pega su cuerpo suavemente al de ella, las espinas entran en el cuero de la
oveja y por el orificio logra penetrarla, romper la virginidad y se escucha
por todos los cerros el más placentero grito de una mujer satisfecha. Las
espinas, desaparecieron automáticamente.
Terminado el acto, la Casharaca le
pide a su ocasional amante que como logró que sea suya, tiene que ser su marido
para toda la vida. El, orgulloso y opulente le dice que con ella solo ganó una
apuesta. La mujer desesperada, le suplica y le hace la promesa a donde tú te
vayas iré contigo. Muy de madrugada el hombre de Yurumarca toma el camino de
regreso y de tras de ella, la Casharaca.
Desde ese mismo día, las minas de
sal se cerraron. Dicen los pobladores que a la mina nadie puede acercarse por
miedo a las tentaciones y designios malignos, ya que por medio de sueños a
muchos pobladores de Conila, Colcamar, Luya Viejo una voz les dice que si
quieren sal, entreguen un niño doncello y un cordero doncello para que sigan
disfrutando de la sal, el mineral más querido de todas las épocas en pueblos
milenarios de Amazonas.
(*) Historia recreada en base a fuentes orales de pobladores de Cohechán
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